Hoteluz
Ya no tenía un hogar. Hacía mucho frío y no tenía dónde quedarse. Le quedaba poco dinero. Caminaba en la nada perdiendo las esperanzas hasta que encuentra un hotel. Parecía no ser renovado desde su construcción por la apariencia sombría. Entra para solicitar hospedaje. Lo recibe una anciana muy cortés que le da la bienvenida
- Oh joven, gracias por visitar “Hoteluz”, quédese cómodo aquí. Le sorprendió la calidez que tuvo la señora y le preguntó el precio de la habitación, para su suerte le dijo que la más barata cuesta 10 dólares. No dejó pasar la oferta y aceptó, ella lo llevó al cuarto, mientras por un pasillo sucio, con muchas telarañas y paredes despintadas que justificaban su valor. Finalmente llegan a la habitación y para su sorpresa, estaba muy limpia y cuidada, una cama de sábanas como la seda y con un agradable aroma. Se le dibujó lentamente en el rostro la felicidad, tal vez era el paraíso que necesitaba su soledad.
Ya habían pasado un par de noches y se sentía como un rey, no sabía
hasta cuando se iba a quedar. No era el mejor lugar pero si para él. Había pocos
clientes y los recibían también de muy buena manera. Pero una tarde, sintió
ruidos afuera, al abrir la puerta que da al el pasillo, ve pasar a una chica
hermosa, con vestido blanco y algunas
joyas en su cuello a toda velocidad, trata de hablarle pero ella sale a un
balcón al final de este, la persigue hasta allí pero de la nada desaparece
detrás de las cortinas que separaban con el exterior, le pareció extraño ya que
quizás el reflejo de la luz le impidió verla bajar por las escaleras previas al
balcón. Regresa a su cuarto a ver un poco la televisión, cuando la enciende,
todos los canales tienen estática, se comunica con el conserje y le pide sí
puede arreglar la TV.
-En un santiamén arreglo esto,
joven”- le responde. Mientras esperaba comiendo un sándwich en el pasillo,
trataba de analizar cómo perdió de vista a esa chica. Luego de diez minutos sale
el empleado de su cuarto con el trabajo terminado.
-Ya lo arregle como lo pidió señor
– Propina de por medio, se puso a disfrutar de la tele por una hora hasta
que se fue a dormir, el sueño lo alcanzó con bastante facilidad. Despierta de
madrugada y escucha la tv a todo volumen en un canal de música, agarra el mando
y la apaga. Estaba muy asustado, no solo por eso sino que pensaba en que los
dueños lo iban a echar por el escándalo. Se duerme otra vez y lo sobresalta ruidos
en la ventana, como si alguien estuviera tratando de romperla, se levanta y corre
las cortinas para ver que ocurría. Era la cabeza desmembrada de la chica que
había visto en el pasillo, dando pequeños golpes a la ventana por el viento. Tenía
una nota pegada en la frente: “el
siguiente eres tú”. Se horrorizó y quiso
salir del cuarto pero no podía, pareciera como si alguien le hubiera roto el picaporte
para que no pueda abrir la puerta y pedir ayuda, lo único que le quedaba era salir
por otra ventana, algo sumamente arriesgado pero si podía llegar hasta el
balcón del piso de abajo se salvaría. Sacó las sabanas y las ató como una
cuerda y sujetó a su cuerpo descendiendo exitosamente. Forzó la puerta de esa
habitación y al ingresar al pasillo central se cortó la luz del edificio. Bajó
las escaleras con la poca visibilidad que tenía y se tropezó, rodando hasta el
hall de entrada.
El reflejo de la luna entraba por la puerta principal y corrió hacia
ella, cuando por fin iba a escapar, una mano lo agarró del cuello…
Ahora… Él está descansando plácidamente en una cama con sábanas como la
seda y no se siente más solo.
Por Francesco Frigini
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